viernes, 29 de marzo de 2013


CEREBRO Y COMPORTAMIENTO CRIMINAL
El tema no es nuevo, desde hace tiempo se ha tratado de buscar alguna anomalía orgánica con la propensión hacia el crimen. Primero fueron los estudios genéticos que trataban de relacionar diversas alteraciones cromosómicas (fundamentalmente trisomías) y la tendencia a la agresividad, hoy es la morfología y/o la función de distintas áreas cerebrales.
El diario El País hace una referencia al estudio realizado en Mind Research Network de Albuquerque (USA) sobre el cerebro de 96 hombres que cumplieron una pena de cárcel antes de salir de prisión. Los sometieron a una serie de preguntas y pruebas en las que tenían que poner en juego su sistema de toma de decisiones o inhibir sus respuestas más impulsivas. Como parte del estudio les practicaron un estudio con resonancia magnética para medir la actividad del cortex del cíngulo anterior (CCA). Aunque todos habían sido condenados y todos respondían a los mismos estímulos, la actividad del CCA era variable. En unos se detectaba el aumento propio de un funcionamiento acelerado; en otros, nada. El cíngulo es una estructura amplia del cerebro que se relaciona entre otras funciones con el control del comportamiento.
El estudio se completó con un seguimiento de la reincidencia de estos voluntarios durante cuatro años. Y el resultado llegó al cruzar los datos de aquella primera prueba de neuroimagen con su registro delictivo: aquellos que mostraban una menor actividad en el CCA tenían unas tasas de reingreso en prisión 2,6 veces mayor que los demás. Más aún: la proporción subía a 4,3 veces si se tomaban solo delitos no violentos. Y todo ello después de descartar el efecto en el futuro comportamiento de los investigados de factores como la adicción a sustancias.
Lo ideal, sería que se pudiera asociar un área del cerebro de manera unívoca a una conducta, pero el comportamiento humano es tan complejo que eso no es posible, por lo que todos estos estudios hay que tomarlos como “ayudas o pistas”, pero “nunca de manera definitiva” “Lo que está claro es que en el cerebro está el sustrato de la conducta humana”.
cíngulo El es una región cerebral que sabemos tiene una importante función en el control del comportamiento, en  anteriores entradas en las que comentabamos el tratamiento de la anorexia nerviosa o de la depresión con estimulación cerebral profunda, la diana en la que se colocan los electrodos son diferentes zonas del cíngulo.

sábado, 9 de marzo de 2013

ANOREXIA NERVIOSA Y ESTIMULACIÓN CERBRAL
La prensa nacional (http://elmundo.es/elmundosalud/2013/03/06/neurociencia/1362569171.html) recoge estos días la noticia derivada de un trabajo de investigación publicado en la prestigiosa revista The Lancet en la que el neurocirujano canadiense Andrés Lozano presenta sus primeras experiencias en el tratamiento de la anorexia nerviosa mediante la implantación de electrodos cerebrales profundos.
El Dr. A. Lozano es  el más prestigioso neurocirujano en la técnica de estimulación cerebral y en este blog hemos comentado en varias ocasiones sus aportaciones en el empleo de la estimulación cerebral para tratar además de trastornos del movimiento, otras patologías como obesidad, depresión o alteraciones de la memoria (Alzheimer).
En este ultimo trabajo del Dr. Lozano presenta 6 mujeres jóvenes afectadas de anorexia nerviosa avanzada a las que implanta dos electrodos cerebrales localizados en el área genual subcingular del cerebro, la misma región donde se implantan electrodos para tratar la depresión y otros trastornos del comportamiento.
Despues de activar el dispositivo, las mujeres empezaron a comer y ganar peso con regularidad, lo que contribuyó tambien de manera importante a mejorar su estado de ánimo y su autoestima. Aunque el número de pacientes es escaso, se abre una nueva vía de tratamiento para la anorexia nerviosa, una dolencia que arruina la vida de montones de mujeres jóvenes en el mundo occidental.

domingo, 3 de marzo de 2013

HERNIA DE DISCO LUMBAR
Hoy D. Juan Carlos I ha sido ingresado en una clínica de Madrid para ser intervenido de una hernia de disco intervertebral lumbar, por lo que son muchas la cuestiones que se nos plantean sobre su origen, su tratamiento y el pronóstico que cabe esperar.
En primer lugar decir que las alteraciones de los discos vertebrales son muy frecuentes y afectan en mayor o menor medida al 50% de la población. Con el paso de los años, los discos vertebrales van sufriendo una degeneración progresiva como un proceso fisiológico de envejecimiento por lo que poco a poco van perdiendo su función de amortiguadores de los movimientos de la columna. También es importante recordar que  el envejecimiento de los discos se acompaña del mismo envejecimiento sobre las vértebras, lo que contribuye a incrementar el problema.
Cuando un disco lumbar se hernia, comprime la raíz lumbar correspondiente a su espacio, como las raíces nerviosas lumbares van a formar el nervio ciático, el dolor que se produce se conoce como ciática, y se caracteriza en términos generales en su extensión a lo largo de la pierna llegando habitualmente hasta el pie.
El diagnostico hoy en día es relativamente sencillo con una resonancia magnética, que permite también ver no solo el disco herniado sino también ver como se encuentran el resto de los discos lumbares.
No todas las hernias de disco necesitaran de tratamiento quirúrgico, es más solo una  minoría precisaran este tipo de tratamiento. El empleo de fármacos, el reposos y el tratamiento con fisioterapia son útiles en un alto porcentaje de hernias de disco. Sin embargo, si el dolor no se puede controlar o aparece una parálisis en algún grupo muscular de la pierna, será preciso someterse a la intervención quirúrgica.
Aunque hay muchos formas de tratar quirúrgicamente una hernia de este tipo, la técnica más extendida entre los neurocirujanos consiste en hacer una pequeña incisión en la región lumbar (habitualmente menor de 3 cm) y con el empleo del microscopio extirpar el disco herniado teniendo un gran cuidado de no lesionar la raíz nerviosa.
En general el pronóstico es bueno y tras un pequeño período de reposo, los pacientes pueden reincorporarse de forma progresiva (1-2 meses) a su vida previa.