domingo, 5 de junio de 2011

MOVILES Y TUMOR CEREBRAL

Estos dias todos los medios nacionales se hacen eco de la noticia procedente de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre: clasificar el uso de los móviles como "posible carcinogénico.
En su informe defienden el cambio de la clasificación (una escala de cinco niveles, en la que la nueva es un nivel 2b, justo el intermedio) afirman que "no está claramente establecido que de hecho aumente el cáncer". O, como también lo definen, "que hay reducida evidencia de carcinogenicidad en humanos, pero suficiente en animales de experimentación". Es decir ni lo afirman de forma segura pero tampoco lo descartan con precisión (tiran la piedra y esconden la mano)
En su informe se limitan a constatar que en algunos ensayos -en particular el Interphone, que se ha llevado a cabo en Centroeuropa- hay un aumento de gliomas (un tipo de tumor cerebral poco frecuente) que se "puede atribuir" al uso de estos aparatos, y que "hay que seguir investigando".
Sin embargo, si analizamos el estudio CBTRUS (Registro de tumores del sistema nervioso de USA) en su ultima edición del año 2010, el único tumor cerebral que ha incrementado ligeramente su incidencia es el meningioma (tumor benigno) y que atribuyen aun mayor longevidad de la población (el meningioma es característico de población de edad)
Es la primera vez que un grupo de expertos de la OMS toma una decisión sobre estas emisiones. Hasta ahora, lo más que se les había podido arrancar era que no había estudios concluyentes. Y, a raíz de las declaraciones que hicieron los representantes del organismo después, la situación no ha cambiado mucho. "Es posible que variemos la clasificación en cuanto haya nuevas evidencias", declaró uno de los expertos."Nosotros no hacemos recomendaciones; solo revisamos informes científicos", afirmaron. A pesar de su vinculación con la OMS, dejaron en manos de esta organización que haga recomendaciones al respecto. La conclusión ha tenido muy en cuenta estudios con animales, pero los autores ni siquiera son capaces de proponer un mecanismo por el que estas emisiones -que se califican como no ionizantes, es decir, que no son capaces de alterar el ADN o de romper átomos o moléculas- tienen este posible efecto cancerígeno. Los expertos solo admiten que se ha detectado "una débil pero cierta evidencia de genotoxicidad", es decir, daño en el genoma o en su expresión, aunque no se sepa cómo se ha producido.